Expertos mundiales y españoles debaten en Madrid sobre la transformación de los espacios de trabajo.
Un gallinero en la azotea de un edificio de oficinas, escaleras y aplicaciones que obligan a los empleados a andar más para mejorar su salud, rascacielos que dedican cinco plantas a usos sociales de los empleados, cafeterías que sustituyen a las tradicionales recepciones… La transformación de los espacios de trabajo, desde las ideas más sencillas a las más intrincadas, ha llegado ya al mundo de la empresa con múltiples variantes. De todas ellas se habla estos días en Madrid en una convención organizada por la Asociación Española de Oficinas(AEO), una patronal que agrupa a más de 130 empresas relacionadas con el sector.
El encargado de llevar al auditorio las ideas más disruptivas, en una de las primeras conferencias de este jueves, ha sido Philip Ross, consejero delegado de la consultora especializada Unwork (cuyo nombre en inglés representa un juego de palabras que podría traducirse como destrabajar). En una hora de charla, Ross describe un mundo a medio camino entre el presente y el futuro inmediato en que los empleados pueden llevar a sus perros al puesto de trabajo, las oficinas se llenan de naturaleza (real o virtual) y los altavoces inteligentes, como los que ya hay instalados en muchas casas, dan respuesta a muchas de las necesidades de las empresas. «¿Cómo veis esta realidad en España», concluye su intervención. La única voz que le responde provoca risas unánimes: «¡Lejos!».
Pero hablando en serio, ni Ross ni muchos de los expertos que pasan por Work in Place 2019, como se ha bautizado el evento, creen que se trate de un futuro tan remoto. «Esto va a llegar muy rápido y va a transformar las empresas», comenta el consejero delegado de Unwork, «los edificios de oficinas han sido hasta ahora como contenedores desnudos y se van a transformar en edificios inteligentes». «Yo no creo que estemos tan lejos como puede parecer», coincide Jaime Pascual-Sanchiz, consejero delegado de Savills Aguirre Newman, quien describe una «transformación global» que «se está aprovechando para cambiar los espacios de trabajo».
Pascual-Sanchiz señala que el menor tamaño de las compañías españolas es una dificultad, porque «la escala da muchas posibilidades» y no es lo mismo realizar una inversión para beneficiar a 2.000 trabajadores que para 400. Pero eso no impide que se estén haciendo cosas, algo en lo que está de acuerdo Alejandro Pociña, presidente en España de la firma de arquitectura y mobiliario para oficinas Steelcase. «Los cambios que estamos viviendo son tan radicales que hoy en día no te puedes permitir tener un activo que no sea una palanca para ayudar a las personas y que además sea una barrera, como las oficinas antiguas«, asegura Pociña. A su juicio, el proceso es una necesidad ineludible: «Con las personas rindiendo de manera estándar, las empresas no van a sobrevivir».
De propietarios a proveedores de servicios
También hay consenso sobre hacia dónde se dirigen mayoritariamente esos cambios. Dos conceptos se repiten: espacios flexibles y bienestar. «Hace años tener días de flexibilidad para trabajar desde casa era la panacea… el gran desafío ahora es trasladar esa flexibilidad al empleado sin que esté aislado en su casa, que esa sensación de hogar se traslade a un mundo de oficinas donde estás conectado con la tecnología y con más personas», destaca el experto de Savills. El arquitecto John Bushell, del despacho británico de la firma KPF, lo resume con flema al asegurar que las oficinas del futuro se van a parecer «a cualquier cosa salvo una oficina». Y Ross describe ese cambio como un movimiento que va a llevar a los propiertarios de los edificios «a convertirse en proveedores de servicios y de experiencias».
En el escenario, uno de los mayores caseros de oficinas de Europa confirma esa tendencia. «Estamos intentando aumentar los servicios que proveemos a los inquilinos y mejorarlos», explica Ismael Clemente, consejero delegado de Merlin Properties. La socimi española ya está aplicando «conceptos de hospitalidad» similares a los que usan los hoteles para dar servicio de concierge a las empresas. Y ese es solo un paso ya que poco a poco están homogeneizando la iluminación, el olor y otras sensaciones que transmiten sus edificios al franquear la puerta de entrada.
José María Álvarez, anfitrión del encuentro como presidente de la AEO, describe el Work in Place como «un aldabonazo en un momento en que el mercado de oficinas en España ha repuntado de manera muy importante desde 2014». Se trata, en otras palabras, de «contribuir modestamente a dar visibilidad a la industria y al mercado español» y por ello el evento ha nacido con voluntad de permanencia, aunque sus organizadores no tienen claro si volverá anualmente. Lo que Álvarez sí tiene claro es que en el futuro se seguirá hablando de los espacios de trabajo: «Yo no sé si se trata de poner gallinas en el tejado o no, pero sí sé que hace años se decía que las oficinas desaparecerían y todas las grandes tecnológicas tienen unas sedes espectaculares», afirma.